Acapulco... mejor en la azotea

Acabo de regresar de Acapulco.

Fui a la boda de una de mis mejores amigas. De el evento central, no me puedo quejar en lo mas mínimo (bueno.. ok.. unas quejas: se acabo el vodka y todo el menú tenia algo de champiñones).

De lo que si me puedo quejar es de Acapulco en sí.

Es increible como lo que algun dia fue la perla del pacífico mexicano hoy sea mas bien una extensión mas del DF. Tal vez sea la mala suerte de haber coincidido en esta ocasión con los springbreakers gringos, y con el puente del 21 de marzo, pero simple y sencillamente hay demasiada gente.

No se puede circular en auto en la costera o en la carretera panoramica sin pasar buenos minutos en un embotellamiento que no tendria nada que envidiarle al periferico en viernes de quincena a las 7pm.... solo que estando a 35°C. No me extraña la desesperación de los locales, sonando sus claxons y gritando, mientras que los pasivos chilangos rumian pacientemente el momento -pues lo vivimos a diario- esperando que avancen los coches.

Y ni siquiera culpo de esta decadencia tropical a los springbreakers. Ellos estan "contenidos" (si, hasta les cierran antros solo para ellos). Creo que el mayor daño a Acapulco somos los chilangos que cada oportunidad inundamos esta ciudad turistica con nuestros habitos de manejo, nuestra prisa, nuestros shortcitos hechos de pantalon cortado y enormes torsos desnudos enrojecidos por el sol.

Pero no todo fue malo. Tambien pude ver el otro Acapulco: el de las casas sobre la barranca, con piscinas "infinito" y amaneceres de postal que solo se dan en ese sitio, alejado de los chilangos y su prisa.

Por mi parte, dudo regresar a este sitio, a menos que me traiga un fin tan noble como la boda de una persona a quien quiero tanto.